La barbaridad de los crímenes de "honor"

Dejar a una hija agonizar hasta morir: demencia; Enterrarla a dos metros bajo tierra maniatada: locura; Pensar que lo estás haciendo bien para salvaguardar tu honor porque la cría ha hablado con un ser humano varón... No tiene precio. Es una barbaridad que parece casi de otro tiempo salvaje, pero no. Ha ocurrido, y más cerca de lo que pensamos, en Turquía, en uno de esos días que uno siente vergüenza de ser humano.

Este espeluznante suceso cometido por un padre y un abuelo saca de nuevo a la palestra el tema de los horripilantes "crímenes de honor", una cruel práctica bastante frecuente en algunas zonas retrasadas del sudeste de Turquía, un país donde el rol en la mujer en la sociedad está profundamente tocado. Para comprobar la vejatoria situación de la mujer sólo hace falta leer la definición de "crimen de honor" en la Wikipedia: "designa el asesinato de una mujer por parte de miembros de su familia que consideran haber sido previamente deshonrados por la víctima. Entre los principales móviles se encuentran el rechazo de un matrimonio concertado, el haber sido víctima de una agresión sexual, buscar el divorcio, o cometer adulterio." Por estas causas se cometen hasta 300 crímenes de este tipo cada año en algunas zonas de Turquía. Y a mí todo esto me parece de todo menos honorable.

Hoy queremos dar azotes a todos aquellos que se creen con el derecho sobre otras personas, en concreto, sobre mujeres. Por los que no respetan la libertad de los individuos. Por los que piensan que la libertad sexual es un pecado. Por los que anteponen la religiosidad a los derechos humanos y a la razón y a la humanidad. Por los padres que no son padres, sino verdugos que ven en su hija una moneda de cambio, siendo capaces de venderla al mejor postor. Por todas las barbaries cometidas por los actos de fe en la historia. Por los asesinos en nombre de Dios, de Alá y de Mahoma. Por los gobiernos que permiten que este tipo de crímenes se siga permitiendo en pleno siglo XXI. Y por los que creen que, en contados casos como este, no debería imponerse la pena de muerte. Para todos ellos, un azote, un azote mortal y sin opción al perdón. Muy a su estilo.